viernes, 28 de mayo de 2010

Hoy lloré al leerte. Sentí que eran mis lágrimas sobre el papel y que las letras salían de mis ojos con tristeza (¡eran las manos del pintor dibujándose a sí mismas, eran las figuras imposibles!). Decía yemas, puente, río y conocerte. Eso es lo importante.

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Después, dejo salir casi todo lo que escribí en los últimos días -se pueden rastrear en hojitas sueltas, cuaderno celeste, apuntes de San Agustín y en los márgenes de Varamo, de César Aira y de Visiones de los hijos del mal, de Miguel Ángel Bustos:



Conocía de memoria el camino de regreso. Por eso, pudo llorar hasta llegar a su casa sin chocar con ningún objeto.

Sonríe perfectamente con el cuerpo hipnotizado: el infierno está adentro.



"Toda madre mata a su hijo con el cuchillo del pezon." (Miguel Ángel Bustos):
El muerto devuelve el favor mediante la palabra.



Un país se me va de las manos. Canté todos sus símbolos, pero en otro idioma. Me entendí, pero lo que quería era disgregarme en todos elos. Tenía dolor para comunicarle a cada uno.



Todo el mundo es claro. No conocés nada de lo que conocés, salvo el miedo. Todo el mundo es claro. Te imagino temblando por haber imaginado la sombra.



Consideré mi vida tan difícil de inventar que terminé por destruir la hipótesis de Dios. Me entró una duda: ¿no era ésta una conclusión fácil de prever?



Mi producción literaria crece. Tengo mucho de qué escapar.



Agarro todo lo inalcanzable y lo cargo en mi espalda. Nunca más giraré mi cuello hacia atrás ni escucharé comentarios que se refieran a partes de mi cuerpo que no sean mi rostro, sé que en él, sin embargo, se nota todo aquello que pesa.



Título: nihilizar

Incendié todas las creencias y no alcanzó con ese fuego. Seguí teniendo frío.



"Todo me mira sin párpados." (Miguel Ángel Bustos):

Así quedamos,

como una sombra

pegada a la pared que se cayó.



Llené mi boca de luz. Cuando tosí saltaron chispas que seguí hasta el espejo. Vi cómo se alejaban adentro del vidrio y cerraban la puerta de la pieza. Me quedé encerrado con esta birome y un papel.



Te vi alimentándote con los dientes de nuestros recién nacidos: no los habías matado.

Lo supe al contemplar la escena en la que estaban llorando miientras miraban sus dientecitos en tu plato, como adornado con granos blancos de maíz, llenos de calcio y esmalte. No abrían la boca, lo tenían prohibido.

Les habías dicho que si lo hacían les arrancarías los dedos de los pies.

No me animo a denunciarte. Tengo miedo.


Quería matar el silencio que había matado ya a muchos miembros de su familia. Retorcerle el cuello de un grito. Arrancarle el poder asesino tirándose al piso desde arriba de la mesa en la que le pisotearía la comida. Matar al silencio quería. Antes de que fuera demasiado tarde.


Eran fríos los huesos del fantasma. Estar rodeados de algo invisible los congelaba, señores. Como todo hielo, al tropezar se partieron todos. El fantasma se derritió. Es un charco de sangre.


Se me aparece ante los ojos la cara de quien creo que quiero ver las piernas desnudas. ¿Qué está pasando?


Pizarrón de luz: mis letras solamente hacen sombra. Mis ojos no ven en la oscuridad. No puedo saber lo que digo cuando escribo sobre ese cuerpo brillante.

3 comentarios:

natalia i. dijo...

Y no lo vas a poder creer, pero a último momento cambié el epígrafe. El original era: "Caído al borde. Estoy cansado no agotado.
Pulso -pulso -pulso.
Me oigo venir apoyando mi oído en mis venas."
Lo cambié por vergüenza... tampoco era cuestión de robarte taaanto el inconsciente, o no?

franco dijo...

Totalmente cierto. No te creo.

franco dijo...

;)

 

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