lunes, 29 de septiembre de 2008

Un silencio te trajo a mí; claro, ¿qué más puede acercar a la gente? ¿Qué mejor sinónimo para mirada que silencio?
Y vos dijiste siempre voy a ser más linda que vos. Y yo no hice más que creerte. Después de todo, cada vez que escribo sobre vos te hago decir cualquier cosa. Invento cada cosa...
Atamos mi pierna izquierda con tu pierna derecha a la altura del tobillo y salimos por el mundo, a la velocidad que eso nos permitía, jugando a matar una flor cada quince pasos, con los pies atados, sin que el otro se cayera -porque la caída significaba amarse y quitarse la ropa era una odisea teniendo las piernas atadas.
Nos preguntaban por qué nos habíamos atado, y nosotros, muy sorprendidos, respondíamos que lo creíamos normal, que nos asombraba que la gente que se ama no se ate las piernas, hasta dudábamos si más gente en el mundo se amaba al no ver más nudos humanos.
Estar así, enredados, hizo que nos crecieran alas, con todos los peligros que eso acarrea... caídas, choques, picotazos, envidia.

Por estos días estoy rogando que mi imaginación no se oscurezca, visto que es lo único que te mantiene a mi alcance.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Estoy
acostado
en el cielo

esperando
que mi nube
se rompa.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Queriendo ver el futuro a través del paredón de la cárcel que lo escondía perdió el equilibrio. Cayó. El estruendo lo dejó sordo; el golpe en la cabeza le hizo perder la memoria.
Ya no recuerda en qué pensaba cuando decidió mirar por donde no debía.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Me resulta apenas tolerable entenderme como un personaje en una gran obra, cuyo guión fue escrito por un desconocido que prefirió el anonimato o secreto profesional, cuando fue inquirido con intención de encontrar las razones que lo motivaron a hablar, a contarme no números ni historias que me asustaran o alegraran, sino contarme por qué tanto. El papel en el que escribió mis palabras es como los hilos de un titiritero, impidiéndome salir a veces, obligándome a salir, a cambiarme el peinado, a comprar otra ropa o interesarme o desinteresarme por tal o cual droga, que finalmente nunca encuentro. Ahora dice "en este momento escribe: estás ante el final ineludible y puede que tu justificación existencial sea solamente la minúscula postura de Hacé todo lo que puedas mientras tanto, y o te conformás o se te acorta la prórroga o te la acortás vos mismo". Escribilo entre comillas dice. Si decís Muerte, te morís. No digas Muerte, no digas muerte, no uses mayúsculas. Hay acotaciones: en tal día, sale a caminar escuchando música y la secuencia de acordes hacen que dé un paso más largo que el otro, porque la simetría le da miedo; en el día anterior pensó en matarse, vio un par de botellas y le dio asco la idea, como si la hubiera vomitado; una semana más tarde le regaló un poema a una mujer y esta no lo entendió, porque simplemente no entiende nada, vive para ser linda y punto, ¿para qué leería?, ¿eso mejora su nariz, sus tetas o sus piernas?, no, ella hace ejercicios y toma sol, come papas fritas riéndose de la grasa con su metabolismo rápido; un año más tarde quizás no exista; unos años antes tuvo lugar su peor año, intentó matarse pero apenas dolió un poco desistió, ni una marquita queda más que el recuerdo infantil de aquel acceso de aparente decisión.
Quizás vaya aprendiendo a escribir lentamente, como si el guionista fuera un novato que día a día se pule un poco, entre risotadas por proporcionar esa vida experimental de cruces de calles sin mirar o desasón ante la falta de violentos trenes hiperbatónicos en su ciudad. Está todo muy poco claro. Cada día pierde un día. Siempre parado ante el final ineludible diciendo Hacé todo lo que puedas. Hacé todo lo que puedas.
Superate, claro, sin dejar de atender la totalidad anterior. No hay coherencia. Hacé todo lo que puedas, Hacé otra cosa extra, claro qué fácil te olvidás de la puntuación y que quien te quiera entender se esfuerce sí claro alguien te quiere entender suponete eso y que te alcance poné un punto.
Dejá de escribir.

martes, 2 de septiembre de 2008



La cara
de tu abandono
deja ver el rimmel corrido. Ese río
de líquido negruzco
donde naufrago/ de deseos/
te arruina lo espléndido.
Tu tristeza llora. Se le nota
en la cara.
 

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