lunes, 21 de noviembre de 2011

En un extremo, la megalomanía del horror, todo lo desmedido que acecha y siempre cobra sus víctimas, o moriría desnutrido bajo el peso de su propia voracidad. En el otro, el minimalismo de la supervivencia, el diminuto suelo íntimo que apenas dura unos segundos, la respuesta provisoria deslizándose como el grito inútil frente al zarpazo, voz que se hace escuchar sabiendo que ya no hay tiempo. La soga que los vincula es por sí misma metáfora suficiente.

martes, 15 de noviembre de 2011

Vino un demonio, lo negué. El mensaje era claro: fiel a la ley del deseo, oír mi rechazo afianzaba su atracción. Si la unidad es Dios, los Diablos son infinitos. ¿Cuántos vendrán mañana? Desconozco por completo. Es sabido que aceptar su trato los hace desaparecer. En el fuego de la pasión se incinera la pasión, y de las cenizas nacen pájaros o flores, pero nunca se vio que Lucifer colgara de la punta de un cigarro. Ni bien acepte a uno de ellos, se irán. El dilema moral no se juega entre la salvación individual en medio del tormento de la tentación y la vía hedonista de la entrega a la lujuria, el dilema moral se ubica entre el sí pecador en el que se desvanecería, y la posibilidad terrorífica de extrañar al demonio que partió, quién puede soportar la culpa de anhelar que vuelva el mal por el que alguna vez se dejó poseer.

martes, 1 de noviembre de 2011

la muerte tuvo contra mi animal
plena crudeza

dientes que perforan la garganta de la vida

eso

mas el dolor de la resistencia
el tiempo en que el aire
se quería escaso
sin dejar de ofrecer la esperanza
-hueso colocado minuciosamente
a una altura que engaña e impulsa el salto infructuoso-

mostraba movimiento
llevaba adelante una respiración cortada
como si eso fuera suficiente
por los siglos de los siglos

así muere el perro
aliento desangrado

¿para qué tanta violencia
si apenas rozar una mariposa con un dedo
termina igual?

pasarán los días
y la escoba borrará todo rastro de su pelo
recalcando lo definitivo detrás de la higiene cotidiana

el eco de su pata raspando la puerta
la ilusión de su regreso
en la forma que murió asfixiada
memoria y frustración
adornando la pérdida

esa pelota de tenis sobre la mesa
la marca eterna
del egoísmo que alguna vez se la negó
 

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