Hoy lloré al leerte. Sentí que eran mis lágrimas sobre el papel y que las letras salían de mis ojos con tristeza (¡eran las manos del pintor dibujándose a sí mismas, eran las figuras imposibles!). Decía yemas, puente, río y conocerte. Eso es lo importante.
Sonríe perfectamente con el cuerpo hipnotizado: el infierno está adentro.
El muerto devuelve el favor mediante la palabra.
Incendié todas las creencias y no alcanzó con ese fuego. Seguí teniendo frío.
Así quedamos,
como una sombra
pegada a la pared que se cayó.
Lo supe al contemplar la escena en la que estaban llorando miientras miraban sus dientecitos en tu plato, como adornado con granos blancos de maíz, llenos de calcio y esmalte. No abrían la boca, lo tenían prohibido.
Les habías dicho que si lo hacían les arrancarías los dedos de los pies.
No me animo a denunciarte. Tengo miedo.
Quería matar el silencio que había matado ya a muchos miembros de su familia. Retorcerle el cuello de un grito. Arrancarle el poder asesino tirándose al piso desde arriba de la mesa en la que le pisotearía la comida. Matar al silencio quería. Antes de que fuera demasiado tarde.
Eran fríos los huesos del fantasma. Estar rodeados de algo invisible los congelaba, señores. Como todo hielo, al tropezar se partieron todos. El fantasma se derritió. Es un charco de sangre.
Se me aparece ante los ojos la cara de quien creo que quiero ver las piernas desnudas. ¿Qué está pasando?
Pizarrón de luz: mis letras solamente hacen sombra. Mis ojos no ven en la oscuridad. No puedo saber lo que digo cuando escribo sobre ese cuerpo brillante.
3 comentarios:
Y no lo vas a poder creer, pero a último momento cambié el epígrafe. El original era: "Caído al borde. Estoy cansado no agotado.
Pulso -pulso -pulso.
Me oigo venir apoyando mi oído en mis venas."
Lo cambié por vergüenza... tampoco era cuestión de robarte taaanto el inconsciente, o no?
Totalmente cierto. No te creo.
;)
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