miércoles, 30 de diciembre de 2009

Tan enamorados. Ni bien se veían, corrían uno hacia el otro a una velocidad que impresionaba. Cuando estaban a pocos metros frenaban de repente, y sus piernas, como tizas, se iban gastando, gastando... Para el tercer mes de la relación, cada uno había perdido la mitad de su estatura.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Todos lo veían, no por tener la intención de verlo, sino porque estaba a la vista, y todos abrían los ojos de vez en cuando entre cada jornada de parpados cosidos. Se preguntaban si siempre se habría comportado bien, y en este caso intentaba portarse mal, o si siempre lo había hecho mal, y tenía miedo de que su rutina sufriera cambios.
Hasta donde sé, mucho no le importaba ser visto. Podría preguntarle, pero eso te dejaría sin posibilidades de preguntarle sin que se irrite por contarlo todo más de una vez, es tan irascible, somos tan distintos...

domingo, 20 de diciembre de 2009

Ganar la apuesta, ese lugar tan preciado por los puños ávidos de letras g mayúsculas al por mayor, quedaba a un costado y al otro del rincón, siempre con la pared negándose a darle la mano a la espalda.
"Lo haremos", pensaban todos, y caían de sus narices arrepentimientos (no era la primera vez) y ansiedades (ya había sido la primera vez alguna vez y ellos dale que dale, repetían).
El perro era lo único de la escena que no merecía ocupar espacio en la narración, todos sabemos que no entienden de metafísica y que nunca van a tener catástrofes judeocristianas ni mesías, salvo que los nombren así, ni mucho menos prestarle atención a algo que no sea una meada, pero, ay, de esa noche: los gatos se transformaron. Sería tan hermoso hablar de ellos, que hasta podría desplazar el centro de atención localizado en mi familia y ponerlo con pinzas al rojo vivo sobre la piel tan digna de los que comen ratas. No, la sagrada familia ahí estaba, dispuesta para mí.
"Quiero mi vaso", gritó un tío, el que nunca podía usar las cosas de los otros, a lo que mamá contestó "te lo hubieras traído, hoy te morís de sed en el viaje de regreso o, si no, nos arruinás la fiesta, y creo que sabés lo mal que nos harías si no te morís; traer tu vaso era cosa tuya". Asintió él. Algo pasó en sus manos.
"¿Cundo empiez l fiest en ést fiest?", preguntó un primito, seis años y meses de sobrevida, con parte del alfabeto caído al igual que algunos de sus dientes frontales. Sus padres, más tíos, eran pretenciosos y creían que si le enseñaban a expresarse con menos letras él podría cambiar el mundo, moverlo hacia la izquierda astronómicamente, y que no se saldría de órbita. Papá siempre les dijo que no se les ocurriera intentar, o él mismo iba a volver todo como estaba, para salvarnos del incendio de conciencias. Al nene nadie le prestó atención, y bien que hicieron. Les caía tan mal a todos, encima, ¡tan feo!, por cada diente que se le caía le crecían las clavículas más aterrorizantes. Quedaban en el pesebre solamente cuadrúpedos dispuestos a estrecharle un abrazo.
Llegó la comida con una sonrisa en el repulgue, y todos (los que podíamos usar cualquier vaso y el que se sacrificaría por el bien de todos los que podíamos t...) brindamos (uno como pudo, los demás a la manera corriente). Comeríamos convencidos de que los molares, esa noche, funcionarían de maravilla porque alguien desaparecería para que los festejos pudieran seguir para siempre. Era el enviado que por siglos y siglos habíamos estado esperando, y estaba dispuesto. Entonces apostamos. Queríamos saber quién era capaz de predecir por azar los cambios en el cielo. Luego de establecer posiciones, el dinero nos representaría durante todo el tiempo que durara la espera.
no vayas a tropezar con algún recuerdo mío y caerte de mi nuca, eh...

martes, 15 de diciembre de 2009

cuando todos los poetas de la historia no son
sino apenas una lista interminable que no alcanza para nada
y todas las personas no poetas vivas y muertas
se vuelven por mi culpa o no un balde sin fondo que me tiene en el fondo
mirando hacia arriba
es cuando de verdad desearía convertirme en una piedra
que no sienta o sí sienta
que por lo menos sepa no esperar nada
o volverme un imbécil perfecto capaz de funcionar
sin que hasta la impresora me demuestre el asco que me siente
haciendo su mejor intento por electrocutarme
y cada cosa de la misma forma o de otra y con cualquier nombre haga lo mismo

viernes, 11 de diciembre de 2009

y dejar de lado la vereda de la puerta de atrás*

y que te acaricie con fuerza un camión
o te raspe la sien algún proyectil
te cuente un secreto un cuchillo que ábretesesamo en tu vientre
etcétera

como una regadera que la hierba hace que vuelva a brotar
y ahora todo es campo ya

*los versos en cursiva pertenece a La vereda de la puerta de atrás, de Extremoduro
Mucho no importa:
Juramos nosotros con
Las iniciales del nombre/

que niega
la huella.

Al principio,
después nada

¡Krishnamurti, Krishnamurti!
Cae el telón
hasta la mitad.

Alguien todavía se asoma,
ya vendrá el tiempo de los aplausos
y los actores se quebrarán al medio
para devolver la ofensa.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Peste dura clavada en la pared
enfermando tu chau a mí.
Eso imagino con los pies bien puestos sobre la cabeza.
Mi tierra se quedó en las vacaciones,
en un lugar inundado, en un campamento en contra del cuerpo.
Ahora te sos sin referencia a mí,
y debe ser eso lo que mejora mi letra,
con algo se tenían que desquitar las manos
con las que me agarro la cara
y me trazo países en los labios para que los nervios coman de a poco,
para que aprovechen cada rincón,
para no comermme entero en una sola mañana como la de hoy,
que de pensarte nada más ya me quedan pocos.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Quiero un gato, la rama a la que le sacarías una foto, lo que hay adentro del marco de una puerta y una copia de esto, menos la puerta. Con todo eso dando vueltas, música, quiero un globo gigante que tenga un hueco para entrar y uno para desinflarse. Entrar y que todo se vaya haciendo más chiquito para siempre.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Me veo en el whisky, en una botella de la cual se puede sacar todo pero a la cual es imposible rellenar sin destruirle la boca. Me sirvo en un vaso y me trago.

viernes, 4 de diciembre de 2009

ni te cuento el dolor que sentí cuando me enteré
de que la grandeza había pasado por el cielo como un arado
y a mí me sembraron donde nunca hubo surcos, encima
lejos de todas las piernas hasta mías

jueves, 3 de diciembre de 2009

estás relativamente distinta,
como si ya no te brillara
la probóscide

martes, 1 de diciembre de 2009

Busco algo, palabra o no, de lo que no me quiera deshacer tan rápido, tener contra el puño un granito de arena -piedra vieja maltratada por los charcos sucios- con la que decirte.
 

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