jueves, 29 de mayo de 2008



hoy fundé una gran ciudad,
un imperio, su religión,
una nación ordenada,
una espera ahogada vagamente,
todos los espacios geográficos bajo mi tutela,
a latigazos

fundé todo lo que pude,
y después me invadí

viernes, 16 de mayo de 2008



Los giles llegan tarde -dice mi amigo- a los momentos de mayores dudas sobre su vida, sobre para qué vivir, sobre lo mal que han vivido, sobre de qué van a vivir y ¡oh pobrecitos! sobre que nada les gusta. Llegan tarde y se sienten acongojados, con un peso insoportable ¡oh pobrecitos! Llegan tarde y, esto es lo peor y lo más despreciable, se quieren mostrar más desdichados que como se mostraron los que no llegaron tarde. Que mi risa retumbe en su abismo.

jueves, 8 de mayo de 2008

En ese día amargo, agrio o cualquier sentimiento enormemente desagradable para el paladar sensible, me disponía a transitar con el mayor nivel de normalidad posible por el planetita este siempre móvil al que estoy pegado por las intangibles leyes de la gravedad. Pero eso era simplemente imposible. La fuerza que hacía cada músculo de mi cara se traslucía por mis pómulos dejando al descubierto por completo la repugnancia que experimentaba. Dudando por un instante hacia qué orientar el manjar de horas malgastadas, me decidí por escuchar a mi consciencia mientras caminaba, para pensar en un poema que voy a olvidar, y que va a ser inconmensurablemente mejor que cualquiera que pueda escribir jamás.
Pensé:
-Sentate.
Y de mí o de otro lugar resonó la respuesta:
-Me siento acá y me siento horriblemente angustiado.
Pasadas unas horas tendido en el suelo con un libro yaciendo sobre el regazo aterido por los resabios de la helada de anoche, solo como el sol en el cielo que me molestaba los ojos, de repente apareció un curioso, evidentemente aburrido de su vida, y aparentando estar interesado en mis actividades preguntó, no sin cierto recelo hacia la posible respuesta que obtendría de parte de alguien solo tirado en medio del piso con un libro desconocido entre las piernas:
-¿Qué estás haciendo? -palabras dejadas caer como quien se queda calvo, sin poder hacer nada para evitar que suceda, y disgustado conque suceda.
-¡Estoy sintiendo el frío! -creo que grité un poco.
Mi contestación lo dejó tan perplejo como decepcionado al parecer, e inmediatamente continuó su marcha sin despedirse, y sin ofrecerme un abrigo, intuyo que por miedo a que se lo rechace.
 

Copyright 2010 Con la yema de la lengua.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.