martes, 9 de diciembre de 2008

La arena, que a la distancia reflejaba el sol y brillaba como el sol, bajo los pies era casi un sueño, a la vez que me hacía sentir miedo de que mi sombra se fuera por los huequitos entre grano y grano.
Estiré el brazo como buscando fuerzas, di unos pasos de envión, y justo a último momento cambié de idea.

Me desvestí con una tranquilidad que buscaba contrarrestar al menos un poco los temblores de quien conoce lo que le espera.
Desnudo, miré hacia un costado y después hacia el otro, como si quisiera acariciar el horizonte con los ojos antes de terminar de perderme.
Dejé la botella con el mensaje adentro, a un costado de la ropa, y salté yo al agua.

2 comentarios:

pio dijo...

Estás coqueteando mucho con esa idea. Tenés que drogarte más.

Matías dijo...

y compartir definitivamente con el primo...

 

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