miércoles, 28 de abril de 2010

-¿Qué es eso que cae de tus ojos?
-Agua, señor.
-Llámame vecino. ¿Sale agua de adentro tuyo?
-Se llama llorar, vecino, y me siento mal, quisiera que el agua viniera solamente de arriba o de abajo, no de adentro.
-Llámame amigo. ¿Y por qué lloras?
-Porque el sol no me deja ver otras luces, amigo.
-Comprendo. Ya no me llames. Partiré.

3 comentarios:

V a v o dijo...

Me parece justo y necesario que se vaya, no solo por él sino tambien por el llorador.

Valentin Ibarra - (acertijo) dijo...

En el peregrinar por todas las sensaciones propias del ser humano - no ser humano como categoría antropológica, sino de la actividad de ser-humano -, nos vamos trasladando, pasando de tiempo en tiempo con otros, que llegan y parten.

Partir está bueno, es seguir la marcha.
La ruta está llena de personajes para encontrar y con ellos: encontrarnos a nosotros mismos y nuestra terrible existencia, que cuando interviene, modifica y parte (una y otra vez)

Digo, pero como debo partir… ahora silencio.

franco dijo...

Dos buenos tipos permitiendo que la gente se vaya. Me gusta conocerlos, che.

 

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