miércoles, 22 de diciembre de 2010

Siento que la locura me espera adentro de la funda de la almohada. Veo en mí o en algo todas las contradicciones posibles. Se me quiebra la lógica y ya no puedo serme el igual; quedé a un solo lado de la equivalencia, y el signo de la identidad es la neblina a través de la que no me animo a caminar porque esperan conductores desaforados a su vera. La mística me contornea las venas, y quedo a un espanto de distancia, a un olvido, de poder decir que soy el que soy o el que es, y sin embargo he nacido. He nacido.

4 comentarios:

V a v o dijo...

"la vida me ha dado ahora en toda mi muerte"

franco dijo...

Santo.

Valentin Ibarra - (acertijo) dijo...

Es la terrible experiencia de vivir. Sin embargo la aventura se vive en la permanente sensación de extranjeridad, que lejos de ropajes místicos medievales, se puede asumir como una praxis de fuga, en la que cargar una mochila, es la experiencia que nos lanza hacia lo desconocido, pero absolutamente cognoscible.
Y en la ruta o en cada parada, las caricias, las audiencias y los días sombrero en pelo nos constituyen como peregrinos.
Es el hecho de estar siendo y en permanente re-configuración.

franco dijo...

Sí, si aclaramos que no toda la mística es medieval y que creo que también puede leerse como praxis de fuga, o ¿qué es ese dejar de ser uno sino fuga?
Sobre lo de "absolutamente cognoscible" casi que lo siento como oxímoron jaja

 

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