martes, 29 de junio de 2010

Ríe de lo que no veo.
Recuerdo haberla oído.
Pero si me hablaran ahora de una carcajada de muchacha del camino,
Diría: no, los montes, las tierras al sol, el sol, la casa aquí,
Y yo que sólo oigo el ruido callado de la sangre que hay en mi vida a los dos lados de la cabeza.
(Alberto Caeiro)

Si en sus órbitas le hicieron un hueco con una pala alta como todos los hombres que te amaron juntos, y, sin que lo notara, pusieron ahí dos globos de viento polar, ¿qué estaría mirando?

o bien

si mientras comías el pasto
del miedo
y crecían hongos de fantasía
en tus manos de palo alguien
buscando metales preciosos en tu nuca
empezó por adelante, y
el viento helado suplantó tus ojos, y, descuidada,
no te diste cuenta.
¿Me podés decir qué mirabas,
qué iba de la desnudez del mundo
a la tuya?

1 comentarios:

Franck dijo...

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Franck
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