miércoles, 16 de junio de 2010

Disparo entre la gente una mirada que en lo que no dice revela el engaño. Una perdición tatuada de sucedáneos, un recibir que pesteañea con un costillar que vio cómo la moral no arrojaba la primera piedra, una necesidad urgente de consuelo llena de rezos cuyo destinatario bien podría no existir, y ahí está el riesgo. Un color que acelera la noche y fastidia a los restos de la familia quizás más que un muerto, porque de este no esperan nada.

En definitiva, una afirmación que tras recibir un rechazo por el bien acudió al mal y se mantiene firme ahí.

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