martes, 18 de enero de 2011

-¡Pero, claro! -dijo con aire terrible, resignación en lugar de sangre fluía de su corazón a las venas de su corazón. -¿Cómo pude olvidar lo que nunca debí saber?

Noche a noche, en un loop sin fin, se cuestionaba a sí mismo desde la cárcel. ¿Qué era lo que lo llevó a matarla, por qué luego de hacerlo había olvidado el motivo? El juez nunca creyó la explicación que el condenado dio. Quizás podamos cuestionarnos, hoy, el refrán que reza "entre asesinos siempre se entienden".

1 comentarios:

Mateo De Luca dijo...

genial! el golpe...

 

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