viernes, 19 de septiembre de 2008

Queriendo ver el futuro a través del paredón de la cárcel que lo escondía perdió el equilibrio. Cayó. El estruendo lo dejó sordo; el golpe en la cabeza le hizo perder la memoria.
Ya no recuerda en qué pensaba cuando decidió mirar por donde no debía.

6 comentarios:

dijo...

y tal vez sea mejor... tal vez también se olvide el porqué está ahí dentro...
besos

Anónimo dijo...

porque mirar por donde no debemos, de alguna manera siempre resulta liberador...

Anónimo dijo...

Esto me hace pensar: que pasa si un preso condenado a cadena perpetua recibe un golpe en la cabeza y pierde la memoria totalmente de todo su pasado. Y tiene que volver a aprender a hablar a escribir, todo.
Practicamente sería otra persona distinta a la que era.
Seguiría preso? lo liberarían?
adrian

franco dijo...

Je! Para eso te recomiendo el cuento de Macedonio Fernández "Cirugía psíquica de extirpación". Es medio denso de leer, a mí me resultó incómodo, pero la idea es genial: a un tipo le extirpan el pasado y le dejan la posibilidad de pensar con anticipación solamente hacia 8 minutos en el futuro, y ni siquiera es contínuo... mucho tiempo sin pensar en el futuro!

Igual, en mi relato el preso es el futuro (veo siempre preso al pobre futuro), y el lastimado es el narrador que quiso llegar a él estirando los ojos.

Adrian Orellano dijo...

Capas hay que ponerse de espaldas y mirar a través de un espejo para no caerse, o convertirse en piedra.

Anónimo dijo...

Buen relato Franco.

Todos queríamos “una ventana indiscreta” para ver el futuro, pero a la vez, ¿no tenemos miedo de él? ¿No será por ello que nos aferramos tanto al presente? Lo devoramos.

Ver nuestros éxitos sí, pero también nuestra decadencia, errores …muerte.

Quizá eso sea mirar "por donde no se debe"

 

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