Deseo el silencio. Pero no por desprecio del ruido. Es que solamente alguien de incuestionable virtud sigilosa puede escapar en medio de la noche y convertirse en adúltero, en transgresor criminal que vuelva con la boca llena de sangre y propicie el beso del delito con la excusa de no haber sido percibido. Tu beso culpable, viajante de la noche, tu abrazo con restos de otro cuerpo sensibilizándome con las astillas de la prohibición violada. Deseo la huida, el horizonte de la pérdida no puede faltar, porque ¿qué valor encontramos en quien no tiene otra opción más que quedarse? La lujuria que se mantenga contenida en su recipiente, ¿quién, por Dios, quién, la quiere?
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El problema no son los lugares comunes, sino la insistencia de ciertas
preguntas. ¿Por qué no querés tener hijos? ¿Por qué sos vegetariano? ¿Por
qué dejas...
Hace 8 años