martes, 15 de febrero de 2011

¿Puede ser que la línea torcida
de la espalda dolorosa empiece en grito
y termine haciéndose de huesos
recién llegando la noche?
Me sostiene un cuerpo al que le pegan,
que viaja y que quisiera
y sin embargo.
Se pudre toda la comida
se pierde el hielo y finalmente
algo se quema. Resulta que el calor siempre existió.
En la barba de la boca del deseo
se esconde la palabra mágica. Son de ella
los gemidos, no míos.
Ya no te podés quejar.
Ahora sabés por qué no movía los labios
y esa señora me bajó los párpados con sus dedos.

5 comentarios:

Malkowsky dijo...

Hey Frank! hacia mucho que no andaba por aca! muy bueno el diseño!! que bueno que sigas escribiendo y posteando, no dejes de actualizar!! un abrazo!! - ZeVa

franco dijo...

Oh, gran Zeva! ¿Qué será de tu vida, viejo? Flor de empatía cargábamos en las épocas de más charla, ahora nos debemos haber ido para cualquier lado me parece.
Estuve viendo tus pergeñadas.. fantástico! ¿En Paraná estabas? Santa Fe seguro. Memoria fallando. Igual, si las veo, alguna te robo. No, no confíes en mí.
Qué bueno saber de vos de nuevo!
Un abrazo

Nuria Barea dijo...

Fantástico final :)

Mateo De Luca dijo...

me gustó el viaje, aunque el final me pareció escrito con otro estilo, que era poco poético con relación al resto del poema

franco dijo...

Has dado en el clavo. Sin intenciones inquisitoriales de cerrar las posibilidades de otra interpretación, la que tuve al escribir fue esa... un cambio de tono, una salida de la estilización del poema hacia algo más directo. Te has sacado un 10 en lectura de alma, Mateo.

 

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