Un riesgo de tener llagas en el colchón,
en las historias pasadas,
arrinconadas al margen del olvido,
es el descontrol de las manos en el sueño.
Podrías estar dormido en medio de tu presente,
en la montaña, en un río,
y en un descuido meter el dedo
en una cicatriz escondida bajo las sábanas
como polvo bajo la alfombra,
despertar,
y despertar sin nadie cerca que frene tu grito
ni nadie lejos por quien guardar silencio.
A esa altura,
ya ni sabrías por qué gritás si
en definitiva
el sueño ya se terminó.
3 comentarios:
Esos gritos ahogados, mudos para el mundo, estridentes para quien el sueño le desvela.
Me ha encantado.
Muchas gracias y suerte con los gritos, maria maria.
Un verso antiguo: "Espantan sus sueños llamandolos a gritos".
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