El emperador dice: quiero pasto, quiero ovejas, dientes de león, quiero torre y quiero viento. Tiene ovejas, pasto, torre y verano con viento.
-Dientes de león no encontramos, señor. En esta tierra los leones son invisibles y ningún ciego sobrevive al desbarranco, nadie que divise al león y lo señale con un palo, nadie que elija colmillo, molar, nadie que ponga en una bandeja su mandíbula.
El emperador:
-Flores, quiero esas flores. Los leones de verdad no existen más. Ya los quise antes.
-Tampoco quedan flores. Ya las quiso antes.
Subido a la terraza, entre las cornisas de ladrillones, decide matar ovejas.
-Sí, señor.
La lana podrida, vista desde arriba, forma sus pequeñas flores de campo, volando, toda para él.
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