lunes, 28 de enero de 2013

Deseo el silencio. Pero no por desprecio del ruido. Es que solamente alguien de incuestionable virtud sigilosa puede escapar en medio de la noche y convertirse en adúltero, en transgresor criminal que vuelva con la boca llena de sangre y propicie el beso del delito con la excusa de no haber sido percibido. Tu beso culpable, viajante de la noche, tu abrazo con restos de otro cuerpo sensibilizándome con las astillas de la prohibición violada. Deseo la huida, el horizonte de la pérdida no puede faltar, porque ¿qué valor encontramos en quien no tiene otra opción más que quedarse? La lujuria que se mantenga contenida en su recipiente, ¿quién, por Dios, quién, la quiere?

miércoles, 23 de enero de 2013

El emperador dice: quiero pasto, quiero ovejas, dientes de león, quiero torre y quiero viento. Tiene ovejas, pasto, torre y verano con viento. 
-Dientes de león no encontramos, señor. En esta tierra los leones son invisibles y ningún ciego sobrevive al desbarranco, nadie que divise al león y lo señale con un palo, nadie que elija colmillo, molar, nadie que ponga en una bandeja su mandíbula.
El emperador:
-Flores, quiero esas flores. Los leones de verdad no existen más. Ya los quise antes.
-Tampoco quedan flores. Ya las quiso antes.
Subido a la terraza, entre las cornisas de ladrillones, decide matar ovejas.
-Sí, señor.
La lana podrida, vista desde arriba, forma sus pequeñas flores de campo, volando, toda para él.

jueves, 17 de enero de 2013

¿Qué condena pueden dar por nuestros pecados a los que ya nacimos malditos? ¿Somos para siempre?
 

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