jueves, 25 de marzo de 2010

Até mi instinto a las flores y la mariposa vino sola.

martes, 23 de marzo de 2010

Llegar tarde no es un mérito por el que nadie (salvo un mentiroso cobarde con intenciones de apropiarse de loas ajenas, o un perezoso con iguales propósitos) se pondría una condecoración a la altura del segundo botón debajo del cuello de la camisa, no. Hay algo que tal vez pueda considerarse peor que eso, y paso a definirlo (ya que me clavaron a estudiar Teoría del conocimiento, y esos tipos son terribles sadomasoquistas adictos al bondage lingüístico, e, intuyo, ésta actividad no debe figurar en ninguna lista de parafilias, confeccionada por ellos mismos).
Llamaremos "rellegar tarde" a aquella situación generadora de nostalgia, la que antecede a éste desmoronamiento, caracterizada por el movimiento anímico o corporal tendiente a un objeto que existió (y, traductores, traduzcan lo más literalmente que puedan el sentido transmitido por la conjugación) y que en el presente ya no lo hace.
Como los señores también exigen ejemplos, y los brindan, hasta mi hartazgo y, tengo fé (sí, de la que execran), en que más gente se harta. El caso paradigmático (sí, hola, Kuhn, ¿qué tal la muerte? ¿no falsaste el óbito?) será:
"Lloró cuando notó que no podría volver al lugar que no existía más."

domingo, 21 de marzo de 2010

Me sabés miope y te presentás de revés,
mostrando las alas dibujadas

Pasado el primer trascontacto
declarás en una carta sostenida en la punta de las plumas
que "lo mejor viene después,
cuando pueda mostrarse
y el espanto no espante"

sábado, 20 de marzo de 2010

Mirá si un día sin que lo notemos dejamos de quedarnos lejos...

viernes, 19 de marzo de 2010

Sabiendo lo que quiero decir, decilo, y te contesto con lo que pueda pellizcar de tu deseo.

jueves, 18 de marzo de 2010

...al Manu, por la hospitalidad en ausencia,
para que lo analices,
y porque escribir puede que sea mi manera de ver desde afuera el lado de adentro de la piel que tengo,
ya que preguntaste.
Escrito en el viaje.

Dividió mentalmente el vaso en tres partes iguales, y cargó una de hielo; estaba decidido a volver a intentarlo, y para eso necesitaba un ritual. Eligió la botella de vodka de la que se serviría una medida, avanzaba. Agarró sonriente la de licor de durazno que tanto le gustaba, y la inclinó al borde del vaso hasta completarlo. Después de agregar unas pocas gotas de limón y observar trinfante su trago transparente en el que el hielo había escalado hasta el tope, tomó el teléfono y marcó un número que no le costó trabajo recordar, mientras caminaba hacia le heladera en la que encontraría las cerezas recién compradas.
En el momento en que el tono dio paso al golpeteo de un teléfono que se descuelga, y éste al silencio, apretó el puño con la fuerza del miedo y dijo, con la miseria a flor de voz, "Sea quiensea que sea de ustedes dos, soy yo, Sebastián, su hijo, ¿todavía caminan?" Terminada la presentación que no era estrictamente una presentación, dejó caer en el vaso la cereza que traspasó la capa de hielo.
Muy rápido, él cortó. Su vida conservaría la frescura y el sabor de lo que él bebería sin pena en el lapso de unos minutos. Que sus padres no dejaran de ser la ilusión que eran desde hacía más de veinte años había dejado de ser un impedimento en su calendario. Los reproches provenientes de ellos, fieles a la tradicional mala predisposición que mantenía separada a la familia, habían comenzado antes de que el único ingrediente de color intenso en su trago llegara al fondo del vaso.

domingo, 14 de marzo de 2010

Si en el sueño sé que sueño tu cara y cuando me despierto no la recuerdo, ¿debería importarme?

jueves, 11 de marzo de 2010

No soy aquel
que buscó nombrarte
hasta que se sintió solo.

Te llamé
de pura casualidad
y trabajamos
una semana.

martes, 9 de marzo de 2010

"escribía
con la soga al cuello"
(Marcelo Dughetti)

-Mi cuerpo, la soga, veinte centímetros. Listo. -vieran su cara...
Las instrucciones no podían ser más transparentes. "Tomar la línea por uno de sus extremos y bordear el objeto capaz de sostener su peso sumado al del pataleo, peso feroz si los hay. Luego, en el extremo que acaba de utilizar, girar hacia arriba, como si invirtiera el paso anterior, pero sin llegar a tanto, deténgase a centímetros de cruzar ese delgado trazo del arrepentimiento. Una vez ahí, notará, haciendo uso de su imaginación, que usted tiene algo que simula ser tres trozos, pero que aún conserva la unidad, lo que puede ahuyentarlo por su semejanza con ciertas supersticiones. Rodee con la punta elevada el resto de su creación, para abrazar posteriormente, y en descenso, todo ese colgajo suicida que queda a un lado de la cuerda madre, procurando dejar un huequito por donde introducirá esa punta cuando por fin haya alcanzado ese fondo de su soga y su vida con tanta paciencia perseguido. Cuando menos se lo esperaba, usted ha fabricado, sin más, una horca, que, pese a no ser descartable, bien podría serlo, dado que usted no la usará dos veces".
-¡Qué simpático el técnico que redactó esto! -dijo entre sonrisas de alegre resignación, y se alejó a escribir la carta en la que aseguraba que a partir de ese momento no dejaría tareas inconclusas.


Si no es mucha molestia, en éste enlace hay una especie de contenido paralelo que puede resultarle de interés, y no aburre demasiado, o sea, no es un artículo mal redactado de un diario de cuarta.

sábado, 6 de marzo de 2010

Viajaban varias personas. Era un recorrido en el que sacudirse empezaba por el costo del boleto.
Hubo el que dijo: "Todo esto, como una lagartija en el aire con la membrana que va de pata a pata estirada cual lombriz seca en un palito, con el mundo volando abajo de ella".
Contestaron varios: "¡Oh!"
Otro vino y pataleó: "Es posible, el amor es posible. Cualquiera es pistolero cuando le tocan la familia, cualquiera es su propio psicólogo o científico prominente. No se me ocurre otro amor" -y se le pusieron los dedos de punta para que lo cargaran de anillos de desprecio.
Muchos: "Reciba nuestros anillos, y métase a nuestros libros como ejemplo de cobardía, en el diccionario preñado". Puse uno de los veinte y más. "Hay otro, usted se queda corto". Chán, chán.
El tercero, con un talón de Aquiles adentro del costillar: "Hay en la vida algunos que se despiertan como si a la suya la hubieran alquilado. ¿Conocen al inquilino promedio? No quiere mejorar nada de la casa sin que le paguen. Se inclina ante la ruina para no alabar el sol de la reforma. Nunca se lo vio moldeando su presente como si fuera de plastilina hermosa."
El coro, que cantaba atrás del jarrón de la mesa, y coqueteaba con el silencio a cambio de dos profundidades: "¡Bienvenidos, entendedores!"
Caída la noche, todos los viajeros naufragaron. Llegan sus gritos a mí cada vez que hay una gotera.

viernes, 5 de marzo de 2010

Una peste de yoes arrepentidos invade la ciudad del día. Es la primera vez que conozco a todos los que quieren ocupar mi lugar, tal vez me arrepienta un poco de eso.

jueves, 4 de marzo de 2010

"¿Soñé mi vida o fue verdad?"
Walther von der Vogelweide (minnesinger, 1170-1230)

¿Soñé mi vida o fue un sueño?


PD: creo que conocía ya de dónde venía eso que creía mío. Había visitado antes, hace bastante tiempo, éste blog. Sin embargo, lo escribí después de leer éste otro poema, posiblemente una traducción distinta del mismo original de Walther von der Vogelweide. Soy un ladrón. Hasta me llevé una coma.

martes, 2 de marzo de 2010

Lo que empieza trágico se vuelve cómico. Ahora me río mirando cómo la distancia no se muere pese a estarla ahorcando.
 

Copyright 2010 Con la yema de la lengua.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.