jueves, 30 de junio de 2011

esa noche naturalmente stanley hook se murió
antes les dio terribles puñetazos a las paredes de su cuarto en representación de sí mismo
(Juan Gelman)

Una rodilla me está pegando con la otra
(Enrique Jardiel Poncela)


No da el brazo a torcer. Gira. Presta
la nuca y el rabo para el cric
de la tira de vértebras contra la rodilla
del otro.

La posición erguida terminó,
con la moral, con la palabra,
con los cien metros llanos hasta el crimen,
aquella competencia sin empate posible.

De esa muerte nacen el monstruo y la intriga.

Nadie sabe cómo puede tener
tanta furia si
el eje quebrado de la espalda era
nada más ni nada menos
que la memoria,
cómo el horror
sobrevive al olvido.

lunes, 27 de junio de 2011

salté del frío al mundo
con un paracaídas de durazno

delicia, tuve que comerlo

era eso o salvarme

viernes, 17 de junio de 2011

1.
Tu pelo a la tarde. Entre las nueve y las diez tu voz para hacer un bordado de tul sobre la tela de la angustia. Un descanso, como quien toma distancia para saltar entre dos techos altísimos. Tu cuello durante mi lengua.
2.
Voy como postre, como adorno inútil, regalo dulce para engañar el resto del hambre, fin de la sed.
3.
Aprendimos: la desesperanza mira desde atrás del espejo en un vidrio oscuro, custodia nuestro testimonio. Al ofrendarnos su tiempo nos da valor, nos pone un precio demasiado alto.
4.
Ya sobrevivimos a la caída. Fuimos la lluvia de los hijos de Dios.
Durmamos. El fuego del deseo arrasa con todo, inluso con el deseo.

viernes, 10 de junio de 2011

Se extingue el mirlo en las alcobas blancas donde soy ciego, donde,
algunas veces, suenan en ti grandes campanas.
(Antonio Gamoneda)


Tuvo un campanario en la frente. Silencio al golpear la cabeza contra la pared, contra el piso, contra el puño cerrado de la melancolía o el puño mismo. Silencio contra la violencia de todas las cosas violentas.

Un campanario en la frente adornando el rostro desnudo hacía oír su tán-tán al ser visto. El campanario de papel sonaba como una carta que se prende fuego,
una carta que pese a todo es enviada
en un acto de fe.

Maldita valentía.
 

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